miércoles, 29 de junio de 2011

(en invierno no hay sol)

Si te llamé
fue sólo para escucharte llorar,
para saber que no sólo yo estaba vacía,
inundada de mentiras,
vomitando melancolía.
Escribí mi primer canción,
hablaba de amor
y era para vos,
para cantártela al oído
suavecito.
Ahora quedó en el cajón,
como un montón de otros recuerdos
y no es porque no quiera mostrarlos,
están ahí porque debo cuidarlos,
preservarlos del mal exterior,
guardarlos para un bien interior.
Si las lágrimas ruedan por mi rostro
no es que quiera mostrar mi fragilidad,
es porque simplemente no las puedo controlar.
Y si volví a llamarte,
fue para saber que todavía te encontrabas en el mismo lugar,
para evitar pensar que otras manos te estaban acariciando,
para entender que hoy
yo formaba parte de tu pasado.
Y si las lágrimas vuelven a rodar,
no es que quiera dar a conocer mi inestabilidad,
es sólo porque no consigo olvidar todas esas cosas,
esas que existían cuando aún no conocía el dolor,
esas que solamente aparecían por la felicidad que se sentía
al ser multicolor.

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